CATALUÑA Y SU INDEPENDENTISMO

Cataluña fue un reino, la Casa de Barcelona se anexionó Aragón en 1137, y el «rey de Cataluña» Jaime I el Conquistador creó los «Países Catalanes». Son algunas de las perlas que salpican el particular relato de la historia que difunde la Generalitat de forma oficial a través de su portal de internet, tanto con textos como con diversos vídeos.
En su afán por hacer valer un pretendido carácter histórico de «nación» y de «estado» catalán, la web de la Generalitat se explaya en un relato en el que vapulea la realidad y llega a afirmar que adquirió la soberanía del Reino de Aragón en 1137. Una suerte de supuesta «anexión» -en los rótulos de uno de sus vídeos utiliza expresamente este término- que choca con la verdad histórica y con lo que reflejan los archivos regios de la Edad Media, en los que nunca aparece Cataluña como reino, sino únicamente como Condado de Barcelona.

En 1137, el rey Ramiro II de Aragón pactó el matrimonio de su hija Petronela con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. Ramiro II no otorgó el título de rey al catalán, sino únicamente le reconoció el de Príncipe, por la vía de este matrimonio. Petronela queda como única titular del Reino, y en documentos oficiales librados por ella se refiere a su marido exclusivamente como Conde de Barcelona. Casi un siglo después, el rey Jaime I se expresa oficialmente como «Rey de Aragón y de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel». Desde el matrimonio entre la reina Petronila y el conde Ramón Berenguer IV, Cataluña quedó como un territorio más de la Corona de Aragón.
Sin embargo, la web de la Generalitat llega a asegurar que «en 1137, el rey Ramiro II de Aragón cedió la soberanía de su reino y la mano de su hija, Petronela, al conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV». Nada que ver con el auténtico pacto matrimonial.

Para eludir el hecho de que las tierras catalanas eran en realidad parte de la Corona de Aragón, la web de la Generalitat acuña otro término: «confederación catalano-aragonesa», que gusta alternar con otra invención nacionalista, la «Corona catalano-aragonesa». La realidad es que jamás existieron tales.

Imperio mediterráneo

Pero eso le permite hilar el discurso para, en otra parte de esa historia difundida por la Generalitat, presentar al rey de Aragón Jaime I como «rey Jaime I de Cataluña». En otra sección de la misma web oficial se muestra un vídeo, elaborado por el propio Gobierno catalán, en el que se habla de «La expansión del Casal de Barcelona por el Mediterráneo». En él se elogia a Jaime I El Conquistador, pero en ningún momento se le cita como rey de Aragón. La omisión ayuda a dejar el poso -falso- de que se trataba de un rey catalán y de que Cataluña era reino.
En el mismo vídeo se llega a afirmar que «Jaime I es un monarca muy importante para la historia de Cataluña», porque «conquistó cuatro reinos y creó lo que denominamos los Países Catalanes». A renglón seguido asegura que, con él, «los dominios de Cataluña se extendieron por todo el Mediterráneo», que «tras Mallorca y Valencia llega Sicilia», y que años después se incorporarían a esos «dominios de Cataluña» Cerdeña y Nápoles.

La realidad histórica es que nunca existió un reino de Cataluña. Ese territorio se unió al Reino de Aragón como Condado de Barcelona, y esa fue la condición que tuvo en todo momento dentro de la Corona de Aragón. Desde entonces -y nunca varió la fórmula-, el monarca tenía los títulos de rey de Aragón y conde de Barcelona.
Es clarificador el propio pacto entre el rey aragonés Ramiro II y el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Cuando Ramiro II dispuso unir en matrimonio a su hija Petronila con el conde de Barcelona, dictó una declaración en 1137 en la que, lejos de «ceder la soberanía» de Aragón a Cataluña -como afirma la web de la Generalitat-, el rey aragonés dejó claro cómo se hacía esa unión: «Yo seré Rey, señor y padre en el citado reino y en todos los condados hasta que me plazca».

Jaime I creó los «países catalanes»

El imperio mediterráneo de la gran Cataluña
Lo que dice la web
«Jaime I es un monarca muy importante para la historia de Cataluña», relata un vídeo oficial de la Generalitat colgado en su web institucional. «Conquistó cuatro reinos y creó lo que denominamos los Países Catalanes». Eludiendo por completo a la Corona de Aragón, a la que pertenecían los territorios de la actual Cataluña, el mismo montaje asegura que «los dominios de Cataluña se extendieron por todo el mediterráneo». Incluye como tales a Mallorca, Valencia, Sicilia, Cerdeña y Nápoles. La web de la Generalitat gusta en pregonar términos de nuevo cuño como «Confederación catalano-aragonesa» o «Corona catalano-aragonesa».
La realidad
El rey Jaime I era el titular de la Corona de Aragón, y Cataluña nunca tuvo dominios en el Mediterráneo porque no tuvo entidad regia diferenciada. No pasó de ser uno de los territorios que quedaron incorporados al Reino de Aragón como consecuencia de la expansión de éste a lo largo de la historia. Fue la Corona de Aragón la que fue extendiendo sus dominios por la Península y el Mediterráneo, primero con el rey Jaime I y luego con sus descendientes, que mantuvieron siempre la misma condición de reyes de la Corona de Aragón. Jamás existieron los «Países Catalanes» ni la «Confederación catalano-aragonesa» o la «Corona catalano-aragonesa», términos acuñados por el nacionalismo catalán a los que la Generalitat recurre con frecuencia en su particular relato histórico. Los dominios del Mediterráneo lo fueron exclusivamente de la Corona de Aragón, no como los presenta la Generalitat: una pretendida posesión del «Casal de Barcelona».

Cataluña como «reino»

La imaginativa «anexión» de Aragón con un matrimonio
Lo que dice la web
El linaje Wifredo el Velloso (siglo IX) fue «el embrión de la Corona de Aragón, al unir su destino al reino aragonés en virtud de los problemas dinásticos que sufría esta monarquía». «Ramón Berenguer I, conde de Barcelona, es prácticamente rey de Cataluña; su poder sobre el resto de condados no hace sino aumentar». «A partir de Ramón Berenguer IV, los condes de Barcelona también serán reyes de Aragón», fruto de una supuesta «anexión» del Reino de Aragón al «reino» de Cataluña. Y Jaime I (siglo XIII) fue «rey de Cataluña y Aragón».
La realidad
En el siglo IX el norte de Cataluña era un territorio dividido en condados. El linaje de Wifredo el Velloso nunca fue «embrión» alguno de la Corona de Aragón, sino una línea hereditaria de dominios condales. Así se llega al conde Ramón Berenguer IV, que incorporó esos territorios condales al dominio del Reino de Aragón cuando el rey aragonés Ramiro II casó a su hija Petronila con Ramón Berenguer IV. El pacto matrimonial fue nítido al respecto. Y los documentos reales posteriores así lo destacan también. El Reino de Aragón se anexionó por la vía del matrimonio el Condado de Barcelona y configuró la Corona de Aragón, y no al revés -la Generalitat sostiene la falsa e imaginativa tesis de que la anexión fue a la inversa, que un condado, el de Barcelona, se anexionó un reino, el de Aragón-.

Por ejemplo, ante el nacimiento del hijo de Petronela y Ramón Berenguer IV, la reina firma un documento en el que deja claro que ella es la titular del reino, no su marido, al que se refiere exclusivamente como «Conde de los barceloneses». La web de la Generalitat se refiere a Jaime I como «rey de Cataluña y Aragón» tratando de equiparar la condición histórica del Reino de Aragón a un supuesto reino de Cataluña que jamás existió. El propio Jaime I -y fue norma extendida por todos los monarcas de la Corona de Aragón- se expresó en todo momento como «Rey de Aragón y de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel».

El «estado» catalán

Cataluña era un «Estado» hasta que Felipe V acabó con él...
Lo que dice la web
Sobre la etapa de la Guerra de Sucesión (1701-1713) se afirma que «la apuesta de Cataluña en favor de Carlos de Austria y contra Felipe V, en el conflicto sucesorio por la corona española, supuso la pérdida de todos los derechos y de las instituciones de gobierno que tenía como estado, dentro de la monarquía hispánica».
La realidad
Cataluña no tuvo nunca la consideración real de «Estado». No pasó de ser uno más de los dominios de la histórica Corona de Aragón. Los nacionalistas presentan la Guerra de Sucesión y los posteriores Decretos de Nueva Planta de Felipe V como un episodio de represión sufrido por el «país». La realidad es que Cataluña no fue un «Estado dentro de la Monarquía Hispánica», como apunta la web.

En el nuevo mundo

...Y ya era un «país europeo» cuando se descubrió América
Lo que dice la web
La Generalitat afirma que «Cataluña, como otros países europeos», operaba comercialmente con América desde Sevilla y Cádiz porque «el Nuevo Mundo, por orden de Isabel la Católica, se incorporó en exclusiva al Reino de Castilla».
La realidad
Ni antes, ni durante ni después del reinado de los Reyes Católicos Cataluña tuvo la consideración de «país europeo» ni, por tanto, operó como tal en el comercio con América. Cataluña era una parte más de la histórica Corona de Aragón.

Desde Cataluña se oyen las voces de los políticos independentistas, se escuchan muchas cosas, pero se oye poco de economía, nadie les dice a los jubilados como serán sus pensiones, nadie les dice a los funcionarios como será su sueldo, nadie les dice a los catalanes como se van a desenvolver y como serán las condiciones económicas de su futuro estado si lo consiguen.... 
Consecuencias económicas de una Cataluña soberana
La globalización de la economía y la interconexión de los mercados financieros y económicos, hace que la independencia de una región de cualquier país genere un importante coste económico que se traslada fuera y especialmente dentro de las fronteras.
 Un 19% del PIB procede de Cataluña y una independencia llevaría a que España perdiera una quinta parte del Producto Interior Bruto de un plumazo.
Pero también Cataluña sufriría por diferentes razones una importante caída de su PIB, especialmente por su salida de la Unión Europea y su complicada integración como país miembro, dado que su readmisión debería contar con el voto favorable de los 28 miembros actuales, entre ellos, España.
El efecto más claro y contundente estaría en sus exportaciones, tanto las que se venden a otros países como las que se harían a una España, que deja de ser mercado interior.
 En el momento que deje de ser miembro de la Unión Europea las exportaciones estarían gravadas por aranceles, la Tarifa Exterior Común (TEC), que supondría directamente un incremento sobre el precio de las exportaciones del 5,7%. Este aumento no sólo repercutiría a las ventas a países de la UE, sino también a las decenas de naciones con los que la Unión Europea tiene acuerdos preferenciales con rebajas arancelarias que desaparecerían.
Esta perdida de competitividad se estima que tendrá un impacto de 7.400 millones de euros, un 13% del volumen de exportaciones y un 3,8% del PIB de Cataluña. Pero el impacto mayor sería en la venta de productos que realiza actualmente a otras Comunidades Autónomas de España.
La suma de lo que vende al extranjero y al resto de España supone el 66% del PIB. El resto de España es su mercado principal, sus 50.000 millones de ventas suponen más de 5 veces lo que se vende en su segundo país por ventas (Francia con 10.000 millones) y más de 8 veces que el tercero (Alemania con 6.600 millones). Por ello mantener el mercado español es más que importante y es precisamente el que más riesgos tiene.
Subida de precios, al aplicarse los aranceles (TEC) como al resto de países.
El llamado Efecto Frontera por el cual el comercio entre países es siempre muy inferior al comercio entre regiones.
El efecto frontera sería en todas las hipótesis muy superior a cualquier tipo de boicot o encarecimiento de tarifas y ha sido analizado en casos producidos en los últimos años (Eslovenia y Croacia o Eslovaquia con la República Checa). Las hipótesis parten de una caída del 50% y los más pesimistas hasta el 80%, lo que haría inasumible compensarlo con mayores compras dentro de Cataluña. En términos del Producto Interior Bruto supondría un descenso de alrededor del 20%.
Inversión directa, salida de empresas y caída del turismo
En inversión directa de otros países el golpe sería también importante. Cataluña es la segunda región en recepción de capitales y la primera de España en inmovilizado material, lo que denota la preponderancia en inversión industrial. Las principales razones de recepción de capitales las perdería de golpe, es decir, dejar de ser miembro de la UE y empeorar el stock de trabajadores cualificados que traería la deslocalización de empresas, su traslado a otros países.
Y es que, en lo más álgido del debate de independencia de Escocia, empresas y bancos importantes advirtieron que cambiarían Edimburgo por Londres como sede de sus negocios. Algo parecido sucedería en Cataluña, con una cuantía por supuesto indeterminada.
Cataluña tiene un gran número de filiales multinacionales en sectores tan variados como automoción, químico, textil, electrónica o alimentación entre otros. La razón de la salida sería que no estarían dispuestas a asumir los grandes costes que supondría una salida de la UE. Algo que podrían hacer empresas catalanas y españolas con fábricas en Cataluña, y que beneficiarían especialmente a regiones limítrofes o que ofrezcan facilidades para su traslado.
Otra caída importante de ingresos lo tendría vía turismo. Cataluña recibió el pasado año más de 4 millones de visitantes españoles que se dejaron 155,5 euros de media por cada uno de ellos. Por cada 100.000 turistas españoles que dejen de viajar a Cataluña se perderán 15,5 millones o lo que es más importante, un 0,007% del PIB. Peor es el caso de los más de 15 millones de turistas extranjeros (la Comunidad Autónoma con más turismo extranjero) que se dejaron 903 euros de media, por lo que cada 100.000 turistas que pierda supondría una pérdida del 0,04% del PIB.
Deuda y moneda
Además de la caída de venta y salida de empresas, Cataluña se enfrentaría a un problema grave de financiación, al menos en el corto plazo. Actualmente es la Comunidad más endeudada de España (27,2% de su PIB) y tras asumir la parte proporcional de la deuda nacional alcanzaría el 78% del PIB de arranque de la región. A esto se añade que la salida de la Unión Europea llevaría a perder los mecanismos de financiación del Banco Central Europeo.
Cataluña tendría dificultad para captar fondos de fuera y lo haría mucho más caro que ahora a la vez que tendría un enorme dilema en su moneda, tal y como lo hubiera tenido Escocia si se hubiera independizado y optado por la Libra para sus intercambios sin ser ya su moneda.
Cataluña podría optar por que fuera su moneda oficial tal y como ocurre con Andorra, San Marino, Mónaco o el Vaticano o por otro lado, utilizarla aunque no tenga acuerdo legal lo hace Kosovo y Montenegro. La primera opción es complicada, ya que Cataluña si tiene un peso importante económico (no el testimonial de estos países) y en ambos casos llevarían a perder independencia en política monetaria y fiscal, teniendo que adaptarse a las decisiones que tome el BCE. Pero peor sería el problema en las reservas, ya que déficit comercial de Cataluña es sistemático (importa más que exporta) y se haría mayor al salir de la UE. Si necesita más moneda que la que entra porque compra más que vende, añadiría un problema mayor a su PIB, ya que tendría que captar fondos del extranjero a un precio importante.
En resumen, el impacto económico para España y Cataluña sería importante. Cambiaria mucho el mapa de los intercambios económicos y genera incertidumbres en los mercados financieros, además, de perder "independencia" económica y financiera por mantener el euro como moneda base. En definitiva un duro golpe económico en el que perdemos todos.

"Los datos demuestran que las compras del resto de España siguen siendo un pilar básico de la economía de Cataluña"

  • "Gran parte del volumen de exportación de Cataluña, sobre todo el de mayor valor tecnológico, no proviene de empresas catalanas sino de las filiales españolas de multinacionales extranjeras, situadas en Cataluña por proximidad logística a sus países europeos de origen pero que en caso de una hipotética secesión serían probablemente candidatos a una deslocalización"
  • "Muchas empresas españolas encauzan su comercio exterior con Europa por razones logísticas a través de Cataluña, bien por medio de sus sucursales catalanas, almacenes de importación/exportación situados en Cataluña u otras empresas con sede en Cataluña. En caso de secesión parece claro que Cataluña dejaría de jugar ese papel de vehículo de exportación e importación con Europa de los flujos comerciales españoles"
  • "Romper con el resto de España no solo significa poner en riesgo las ventas de las empresas catalanas a su principal mercado sino también de forma notable a las exportaciones, comportando un perjuicio evidente para la riqueza, la economía y el bienestar de los ciudadanos catalanes.la siguiente tabla, que muestra las exportaciones catalanas a los diferentes mercados, contando a las autonomías españolas como si fueran un país extranjero. Los mapas con las cifras son muy significativos:












  • Como vemos, casi la mitad de las ventas al exterior de las empresas catalanas se hace al resto de España. Y si miramos al extranjero, son Francia-Alemania-Italia sus tres principales clientes. Todos estos mercados se pondrían en peligro en caso de independencia. Nadie dice que se vayan a evaporar todas las relaciones comerciales entre Cataluña y el resto del mundo de un día para otro. Pero es evidente que existen determinados riesgos objetivos que podrían complicar y dañar la economía catalana a corto plazo. Nada de esto aparece en el discurso nacionalista:


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